12 septiembre, 2009

Polos opuestos

Me siento frente a ti y hago un nudo con mis piernas alrededor de tu cuerpo. Con mis brazos a tu espalda, me estrello contra ti. Mi pecho, desnudo, se apoya en el tuyo. Tu frente contra la mía, bien cerca, para oírnos respirar. Tu sien contra la mía. Ahora quiero contarte al oído qué va a suceder. Al tiempo, hago dibujos con mis dedos sobre tu espalda. Besos y caricias en carrera sucesiva y simultánea atraviesan tu tronco desde el cuello hasta el ombligo. Una vez allí, coloco la punta de mi lengua sobre el mismo. Desciende sinuosa, sin prisa. Antes de llegar a mi objetivo, asciendo de nuevo. Mi mano se pasea por tu nuca mientras que mi lengua corre por tu boca. Próxima parada, la cara interna de tus muslos. Esta vez son pequeños mordisquitos. Van dejando la misma huella que unos pies que caminan junto al mar. Y me aproximo a la costa, ya estoy cerca, tan cerca que escucho unos latidos. A lametazos, conquisto tu territorio. Mis manos, y mi boca, harán el resto.

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